Desde los inicios de la revolución industrial, el crecimiento económico estuvo estrechamente ligado al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y su consecuente repercusión en el cambio climático. El impacto ya se empezó a sentir, ocasionando un incremento en las temperaturas y una mayor frecuencia de eventos climáticos extremos, como inundaciones o sequías. De continuar con este proceso, se podrían alcanzar niveles inconsistentes con la vida en el planeta. Uno de los principales responsables de la generación de estos gases es el consumo de energía de origen fósil, por lo cual una transición energética es un imperativo imprescindible para alcanzar el desarrollo sostenible. Este reporte pone de manifiesto la necesidad de realizar una transición energética justa con una mirada desde América Latina y el Caribe, reconociendo las realidades específicas de cada país y la necesidad de enfrentar, al mismo tiempo, los viejos rezagos del desarrollo entre los que destacan la brecha de PIB per cápita respecto al mundo desarrollado y los altos niveles de pobreza y desigualdad de la región. Del lado de la oferta de energía, el reporte destaca la importancia de multiplicar la presencia de energías renovables en las matrices energéticas y de sustituir combustibles fósiles por otros más limpios, así como el rol que el gas puede cumplir en la transición. Del lado de la demanda se resaltan la eficiencia energética, los cambios en el comportamiento y en procesos industriales (incluyendo principios de economía circular), la movilidad sostenible y la electrificación de los consumos de industrias y hogares. En el caso particular de la demanda residencial, resalta también la necesidad de resolver problemas focalizados de accesibilidad a energía de calidad. Finalmente, el reporte señala los desafíos macroeconómicos de este proceso, así como las oportunidades de desarrollo productivo que la transición energética ofrece a la región en virtud de sus recursos y ventajas naturales.